Al Tocar el Cielo
Aquel día cumplí otro sueño, toque las estrellas con mis manos, cobijada con las hojas de un majestuoso árbol, el que permitía mi estadía temporal en sus ajadas ramas las que, a simple vista, no daban la confianza necesaria.
Fue un momento de temores, de vértigo, pero por sobre todo, de una emoción incontrolable, la que solo me permitía remontarme al primer día en que vi como una estrella bajaba raudamente a regalarnos su calor. Nunca pensé estar ahí, así como nunca pensé tantas cosas que el tiempo me ha regalado.
Sola no lo pudiese haber hecho, sin el entusiasmo de mis hermanos, ese que permitía llenarme de valor, ese que me brindaba su apoyo, ese que se transformaría en mi almohada de plumas si llegaba a caer. Estaba segura, el cielo se abrió para mí ese día, la luna salió, el viento paro.
Y desde las alturas pude observar el más lindo momento, con un asiento privilegiado; hoy tengo la fortuna de guardarlo entre mis imágenes del recuerdo. Me hubiese gustado compartirlo.